lunes, 20 de octubre de 2008
COACHING NAUTICO
Gerencia Inteligente | Coaching náutico
Una estrategia para llegar a buen puerto
Motivación, comunicación y liderazgo son algunas de las competencias que se consolidan con este entrenamiento que se hace a bordo de un velero. Diferencias con otras formas de coaching.
La navegación a vela puede ser tomada como una excelente metáfora para potenciar las competencias que integran el aprendizaje organizacional: liderazgo, trabajo en equipo, cambio, comunicación, motivación y tantas otras, encuentran en este escenario el medio ideal para que luego, en un trabajo de reflexión y elaboración guiado por profesionales, el staff de una compañía puede encontrar relaciones entre la experiencia náutica y lo que sucede dentro de la empresa en cuanto a los propios comportamientos. Esto instala nuevos aprendizajes que posteriormente se traducirán en mejores resultados.
La experiencia náutica es una vivencia colmada de emociones límites. Para comenzar cambia el medio habitual. El piso ya no es firme bajo nuestros pies, estamos en un espacio que comparado con el habitual es reducido. Cómo se puede apreciar, el cambio abrupto es la primera distinción que se impone a los tripulantes de un velero, este cambio es captado por nuestra mente y nuestro cuerpo, quedando grabado en la memoria. El equilibrio que teníamos en tierra se tiene que recuperar rápidamente, curiosamente el cuerpo responde y se va acomodando al ritmo que le imponen las condiciones de la naturaleza: el oleaje, por ejemplo.
Aparece inmediatamente el tema de la incertidumbre: ¿cómo seguirá el tiempo, podremos usar las velas?, ¿cuándo las desplegaremos?, ¿con cuántas nos manejaremos? ¿de qué lado sopla el viento? Pero la naturaleza no se controla; no es el hombre quien dispone, pero sí quien elige cómo responder, qué hacer, hasta dónde navegar con motor, quién timonea… Y de esta elección, de este proceso que se inicia con varios despliegues que involucran al arte de la navegación, dependerá que se tenga un viaje eficiente y placentero.
TRABAJO EN EQUIPO. Por otro lado, necesitamos del equipo. Desde el encendido del motor, liberar amarras, partir de la marina, internarse en las aguas de mar o de río, el acuerdo previo sobre el rumbo. Siempre se tiene que recurrir al otro. La interacción debe tener una coordinación de acciones perfecta, dado que el velero debe llevarnos al destino elegido por todos, bajo las indicaciones del capitán, líder del grupo y responsable último de que la navegación sea adecuada.
Entonces, la idea del trabajo en equipo toma el entusiasmo necesario para transformarla en acción inmediata, casi no se piensa, se coordina con el otro en forma automática, sin pérdidas de tiempo, no son momentos de discutir, sino de hacer con el otro en forma sinérgica, porque nuestro destino quedó en ese espacio de tiempo ligado al de los compañeros y una visión nos une a todos en un mismo impulso, en una misma energía hasta el momento desconocida en otros medios. Estamos entonces en sintonía con otra distinción imprescindible y pilar del funcionamiento de cualquier empresa, de cualquier organización : el trabajo en equipo. Así se incorpora esta competencia, muchas veces desatendida en cuanto a la profundidad con que requiere ser considerada. En esta experiencia, la emocionalidad conjunta lograda a bordo opera de "ancla" entre la memoria y el aprendizaje.
EL PROCESO. Los programas de coaching náutico se diseñan a medida para cada empresa, luego de realizar un diagnóstico organizacional. Mediante el mismo, se detectan las competencias a reforzar o desarrollar y se investigan las defensas organizacionales y otras anomalías propias de las empresas, cuyo efecto emerge en forma de resultados insatisfactorios tanto para los directivos, como para el resto de la organización.
Nunca un programa es igual a otro, tanto en navegación, como en tierra. Los programas alternan una experiencia náutica con charlas preliminares y talleres posteriores donde se reflexiona y se articulan las vivencias a bordo, con las laborales cotidianas. Esto último es el corazón del coaching náutico y debe ser un trabajo realizado por profesionales que puedan conocer en profundidad ambos dominios para que se instaure un verdadero aprendizaje organizacional y no se trate sólo de una experiencia de navegación , un paseo o una regata, sin anclaje en lo que nos interesa desarrollar y cambiar.
Podríamos decir que posteriormente a la experiencia observamos: las emociones que dispara potencian el aprendizaje, el proceso posterior a la práctica se infunde de energía y entusiasmo, la comunicación que se logra entre los participantes perdura en el tiempo, la reflexión se profundiza y se obtienen cambios en la creatividad, se potencian la iniciativa y la auto-motivación, el cambio pasa a ser visto como un desafío y se estimula la solidaridad del equipo.
En el coaching náutico la misión consiste en obtener que los "equipos de alto rendimiento" dejen de ser sólo un concepto para ser una acción permanente.
Teresa Benedetti, Master en Coaching Organizacional –USAL–, y directora de Náutica Coaching
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